El Partido Demócrata confirma a Joe Biden como su candidato

Entre el 17 y 20 de agosto se desarrolla la Convención del Partido Demócrata en Estados Unidos. Su función, en los papeles, es nominar oficialmente a Joe Biden como su candidato presidencial, para competir contra Trump en las elecciones de noviembre. Las jornadas, presentadas de forma virtual en el contexto de la cuarentena, fueron notables por su desesperado intento de disfrazar con simbolismo progresivo y retórica vacía a un candidato que no convence, precisamente por lo similar que es a su oponente.

“Pesos pesados” detrás del mostrador

Las primera jornada contó con el cierre de dos importantes figuras demócratas: Michelle Obama y el ex candidato presidencial Bernie Sanders, quien caracterizó esta como “la elección más importante en la historia moderna del país”. “Si Donald Trump es reelecto, la democracia está en riesgo” – dijo, dirigiéndose especialmente a quienes lo habían apoyado en estas elecciones. Postrado ante Biden, se declaró dispuesto a “trabajar con conservadores para proteger la nación”.

Entre el martes y el miércoles, la tónica continuó: Ex presidentes como Jimmy Carter, Barack Obama y Bill Clinton, todos vendiendo a un candidato que vendría a “unir al país”. El centro de atención indiscutido de la conferencia, sin embargo, no fueron sus propuestas sino el actual presidente. Es lógico, pues quizá la única virtud verdadera que le pueden encontrar a Biden es no ser Donald Trump. Incluso la esposa del difunto ex candidato republicano, John McCain, grabó un video para hablar de la amistad que unía a Biden y su esposo. En resumen, una gran farsa que pretendió mostrar a un partido unido contra “la suma de todos los males”. Para muestra, un botón: Mientras la “radical” (a la que el PTS llegó a copiarle un spot) Alexandria Ocasio-Cortez tuvo tan solo 90 segundos para dirigirse a la convención, al republicano John Kasich se le asignó el triple de tiempo. Los demócratas ponen a los “indecisos” de Trump por delante del ala más progresiva de su propio partido. Con el oído “pegado a las encuestas”, temen que la brecha entre ambos se siga achicando (lo que en Junio eran doce puntos de ventaja sobre Trump, se han reducido, según las últimas encuestas, a siete).

«Mano dura» en la vicepresidenta

En sintonía con este objetivo, la semana pasada, pretendieron dar un golpe de efecto anunciando que la compañera de fórmula de Biden sería Kamala Harris, senadora californiana. La elección, presentada como un contrabalance progresivo por tratarse de la “primera mujer afroamericana y asiática-americana parte de una fórmula presidencial”, es en realidad mucho más afín a Biden de lo que los demócratas dicen. Como Fiscal General de California, Harris tiene un prontuario de “mano dura” de esos que interpelarían a un Berni o una Bullrich, en particular en lo que refiere a política carcelaria: desde sus intentos de mantener presos no violentos en la carcel como fuente de trabajo barato y su apoyo al encarcelamiento de Julian Assange, hasta sus más de dos mil arrestos a consumidores de marihuana, pasando por su defensa, en 2014, de la pena de muerte.

La estrategia demócrata: bajar las expectativas

Entre tanto discurso vacío, es útil observar de cerca la plataforma electoral que presenta el Partido Demócrata. En medio de una crisis sanitaria sin igual en la historia reciente, el programa de salud que prometía Sanders, “Medicare for all”, no es apoyado. El cese a los subsidios a los combustibles fósiles, otra gran expectativa del ala “progresiva” del partido, tampoco está presente. En términos económicos, los demócratas aseguran a los lobbistas que no van a legislar en su contra de ninguna manera. Es, en última instancia, el candidato que trabajó de cerca con el gobierno de Bush – Colin Powell, Secretario de Estado de aquel gobierno, también saludó la candidatura – para llevar adelante la invasión a Irak en 2003. Los gestores de Abu Ghraib y otros horrores en nombre de la “guerra contra el terror” parecen a gusto en compañía de “Joe”.

La “unidad anti-Trump” viene a intentar frenar las luchas surgidas en los últimos meses. Incluso los limitados aspectos progresivos que Sanders venía a ofrecer a las masas movilizadas quedarían “estratégicamente guardados” para después. Tal el carácter de una nominación presidencial que entusiasma más a banqueros y lobbystas que a sus propias bases.

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